Para poder entender el rol de Chile ante un nuevo orden mundial, el presente trabajo analizará cuatro cuestiones centrales: (1) Ejes y prioridades de la política exterior chilena; (2) Chile en el mundo: Organización de la Cancillería y Comercio Exterior; (3) Énfasis de los últimos gobiernos en política exterior; y (4) Situación mundial: Del orden de la posguerra fría a un mundo multipolar y al caos actual.
Ejes y principios
En cuanto a los ejes de la política exterior chilena, tal vez el fundamental -a mi juicio- consiste en la implementación de un amplio consenso nacional para configurar una “política de estado” a largo plazo, que de estabilidad y fuerza a nuestra acción internacional, que trascienda los programas de gobiernos coyunturales y se base en principios permanentes. Entre ellos, hay que considerar:
– Preservar la soberanía política, territorial y marítima de Chile
– Apego al derecho Internacional: Solución pacífica de las controversias, Intangibilidad de los tratados, no intervención y condena el uso y la amenaza del uso de la fuerza
– Promoción y respeto de la democracia y los derechos humanos
– Promoción del libre comercio
– Multilateralismo activo
– Protección del medio ambiente.
Prioridades
Junto con la observancia de tales principios, la política exterior chilena también tiene ciertas prioridades geográficas que atender. Así, por ejemplo, habría que partir por el desarrollo de relaciones estrechas con nuestros tres vecinos (Bolivia amerita una política especial dada la falta de relaciones) y la cooperación con las naciones latinoamericanas. Enseguida, se ubica la proyección de Chile tanto hacia el Asia Pacífico (interés económico), como hacia la Antártica (intereses geopolíticos). En tercer lugar, hay que mantener relaciones preferentes con EE. UU. y la UE dada nuestra inserción histórica en Occidente y los valores políticos, económicos y culturales compartidos. En cuarto lugar, destaca nuestro acercamiento hacia países “like minded” (afines), con los cuales hay intereses comunes como Australia y Nueva Zelandia en Oceanía; Dinamarca, Finlandia, Noruega y Países Bajos en Europa; y Canadá en América del Norte. Finalmente, destaca la expansión de nuestras relaciones al resto del planeta conducentes a un mayor comercio e inversiones en África, Medio Oriente y Asia central.
Desafíos (2025-2030)
Los mayores desafíos externos a corto y mediano plazo para Chile dicen relación con las altas tensiones geopolíticas que generan EE.UU. (socio estratégico) y China, nuestros dos grandes socios comerciales. En ese mismo contexto, se plantea la necesidad de mantener un sistema de comercio global lo más abierto y libre posible, debiendo negociar con EEUU en su guerra de aranceles. Un tercer problema lo constituye la migración irregular, que requiere de un fortalecimiento de las políticas de control fronterizo. También resulta necesario asegurar una mayor inversión extranjera para proyectos de transición energética, especialmente en hidrogeno verde y energías renovables, sin dejar de lado las exportaciones de cobre y litio. Y, por último, hay que cuidar los intereses de Chile ante la creciente polarización política en América Latina.
Chile ante el mundo
El posicionamiento internacional de Chile está determinado por una serie de índices. De partida, se trata de un país intermedio, 37° en términos de territorio, 42° en términos de PIB y 61° en términos de población.
Su comercio exterior alcanzó en 2024 los USD184.318 millones (100 mil millones en exportaciones), mientras que la inversión extranjera directa sumó en ese mismo período USD15.319 millones (10.000 millones son reinversión y no nuevas entradas de capital). Por su parte, la Inversión chilena en el exterior fue de USD135.447 millones.
Alrededor de 850.000 chilenos viven en el exterior, de los cuales 150 mil conforman el padrón electoral chileno. A su vez, en Chile hay 1.650.000 inmigrantes (8% del censo), entre los cuales Venezuela, Perú, Colombia y Bolivia son sus principales nacionalidades.
Como país intermedio, Chile necesita buscar alianzas para que se voz y sus intereses sean escuchados, aprovechando el prestigio adquirido en los últimos años, que constituye nuestro principal elemento de poder (suave). Chile requiere un mundo estable con reglas claras y no discriminatorias. Chile, al mismo tiempo, tiene un posicionamiento estratégico clave al controlar el pacífico sudoccidental, las vías marítimas interoceánicas (Estrecho de Magallanes y paso de Drake) y proyecciones antárticas, lo cual nos transforma en un actor regional importante.
El Servicio Exterior chileno
El servicio diplomático del país cuenta con 450 funcionarios, organizados desde el primer grado de tercer secretario al último de embajador. Por su parte, la Cancillería tiene 1.402 funcionarios en el extranjero y 1.805 funcionarios en Chile.
Chile tiene en la actualidad relaciones diplomáticas con 179 países, así como 74 embajadas bilaterales y 5 misiones en organismos internacionales. Las embajadas se distribuyen entre Europa (24), América del Norte y Caribe (15), Asia Pacífico (13), Medio Oriente (8), África (7) y América del Sur (7). Dicha red se encuentra apoyada, además, por 46 oficinas comerciales y 115 consulados y una planta fija de agregados de 33 funcionarios.
Cifras comparativas de misiones y funcionarios
Los cifras anteriores correspondientes a Chile tienden a ser menores a la de otros países de la región. Veamos:
– Argentina: 88 embajadas y 918 diplomáticos
– Brasil: 135 embajadas y 1570 diplomáticos
– Colombia: 70 embajadas y 768 diplomáticos
– México: 79 embajadas y 1077 diplomáticos
– Perú: 65 embajadas y 730 diplomáticos
Resulta particularmente sintomática la comparación entre Perú y Chile, pues el primero tiene casi un tercio más de diplomáticos para cubrir 9 embajadas menos.
Es evidente que existe una proporción entre servicio exterior y administrativo que no es óptima. Tenemos una gran cantidad de embajadas bipersonales o incluso algunas unipersonales, en un contexto de requerimientos administrativos cada día mayor, donde el trabajo de gestión diplomática pasa a segundo plano respecto a la administración. El hecho de tener una planta de más de 10 periodistas en la oficina de prensa parece exagerado. Hay una cantidad de personal a contrata o a honorarios que son renovados permanentemente a fin de cada año sin cuestionarse su utilidad. Cabe preguntarse cuantos de estos son meros operadores políticos. Las plantas de funcionarios en el área administrativa parecen gigantes comparándolas con las de los direcciones geográficas o temáticas, donde un funcionario debe cubrir tres o más países o diversas temáticas que estresarían a cualquiera. Además, debe analizarse la planta fija de 33 agregados civiles en el exterior.
Por último, es necesario aumentar la profesionalización de la cancillería aumentando el número de embajadores de carrera por sobre los designados políticamente y, en el contexto de incremento y apertura de embajadas analizar la conveniencia de continuar con una planta máxima de 93 embajadores. En el ámbito consular también es necesario innovar, pues cada día son más frecuentes las catástrofes climáticas o estallidos de violencia que requieren de una acción rápida y oportuna del personal del ministerio o consular para resguardar la seguridad y la vida de nuestros connacionales. La transformación de nuestros consulados en centros de votación para las elecciones nacionales también implica estirar al máximo la dotación y, así y todo, en la mayoría de los casos no se llega más allá de la capital para recibir a los electores.
Comercio Exterior
Un cuadro abreviado del comercio exterior chileno nos muestra que en 2024 los flujos comerciales alcanzaron los US$184.318 millones, divididos entre exportaciones por US$100.163 millones e importaciones por US$84.155 millones y dejando un saldo comercial.
Asimismo, las exportaciones divididas por destino estuvieron concentradas principalmente en Asia (predominio chino), rompiendo el equilibrio tradicional de los tres tercios entre Asia, América y Europa:
– Asia 56% China, Japón, Corea e India
– América del Norte 17,5% EE. UU. Canadá, México
– América Latina 13,6% Brasil, Perú, México y Colombia
– Europa 11,5% España, Países Bajos, Alemania, Francia
– Medio Oriente y África 12%
Otros datos dignos de consignar son los principales productos exportados: cobre (50% del total), salmón (6%), cerezas, uvas frescas, manzanas, arándanos, paltas y otras futas (8.20%), celulosa (2,9%), litio (2,5%), forestal y madera (2.3%), vino envasado (1.6%) y yodo (1.4%). Se mantiene el cobre, entonces, por lejos como el mayor producto de exportación chileno.
Según el Banco Central, las cifras de inversión extranjera directa para 2024 muestran que Chile recibió un flujo neto de USD15.319 millones. De ese monto, 9.500 millones corresponde a reinversiones y no a una nueva entrada de capitales, superada con creces por los montos de inversión extranjera recibidos durante el primer gobierno del presidente Piñera cuando la suma total alcanzó los USD30,000 millones en un solo año (2012).
Energía lidero la inversión (hidrogeno verde) y la minería le sigue. EE. UU. es el primer inversor (20.000 millones), seguido de Austria (11.000 millones), Canadá (6.275 millones), China (3.900 millones), España (2.015 millones) y Brasil (1.800 millones).
El Banco Central también ha dado a conocer los datos de la inversión chilena materializada en el exterior, la cual para el período1990-2020 ascendía a USD135.447 millones, distribuida en más de 60 países: Brasil (USD37.915 millones), Argentina (22.512), Perú (20.048), Colombia (18.710), EEUU (13.287), Uruguay (4.752), México (2.050), Alemania (1.837), Canadá (1.825), Francia (1.250), etc.
Índices internacionales
En el Índice Doing Business o facilidad para hacer negocios (Banco Mundial), Chile apareció en 2020 en el lugar 59°, después de haber estado en el lugar 25° en el 2006. Este indicador mide las regulaciones a las empresas y la protección del derecho de propiedad a los inversionistas, la permisiologia, el tiempo para abrir una empresa, rigidez del mercado laboral, impuestos a pagar etc. África y América Latina-Caribe son los más rezagados.
El Índice de Libertad Económica de la Fundación Heritage y el Wall Street Journal indica que Chile avanzó tres lugares, quedando en el puesto Nro. 22 a nivel mundial y, segundo en América, solo por detrás de Canadá y por sobre EEUU (25). Mide el Estado de Derecho, derecho de propiedad, la integridad del gobierno y de la justicia, el tamaño del estado, la eficiencia regulatoria, y la apertura de mercados.
El Índice de Libertad Económica del Fraser Institute de Canadá con el Instituto Libertad y Desarrollo de Chile sostiene que en el año 2024 Chile retrocedió seis lugares, quedando en el puesto 39° a nivel mundial. El indicador mide cinco áreas: tamaño del gobierno, derechos de propiedad, estabilidad de la moneda, libertad de comercio y regulación de mercados.
El Índice de Desarrollo Humano del PNUD tiene en cuenta la salud, la educación, los ingresos y las condiciones de vida de un país determinado para ofrecer una medida del desarrollo humano que sea comparable entre países y a lo largo del tiempo. Chile está ubicado en el lugar 44° entre 190 países
El Índice de Percepción de Corrupción, publicado por Transparency International, coloca a Chile en el lugar 32 del mundo, habiendo bajado tres lugares en relación con el año anterior.
Y, por último, el Índice de Competitividad de 2019 es un reporte anual publicado desde 1979 por el Foro Económico Mundial (Davos). Chile se encuentra en el lugar 33° y lidera en Latinoamérica con 83 puntos, manteniendo el mismo lugar del año anterior. Los primeros países son EE. UU., Singapur y Suiza. Los últimos son Chad, Yemen y la RDC.
Política Exterior de los gobiernos post 1990
El presidente Aylwin (1990-1994) fue el líder de la inserción internacional chilena, después de la exitosa transición a la democracia. Son tiempos del fin de la guerra fría y la caída del muro de Berlín, así como la llegada de la Globalización. Las relaciones exteriores de Chile se fortalecen en todas las áreas y con todo el mundo
Por otra parte, Aylwin cerró las puertas de Chile al Mercosur (diferencias en las estrategias comerciales), pero arregló los 23 puntos pendientes de demarcación con Argentina y tuvo excelentes relaciones con el presidente argentino Carlos Menen. Con Perú y Bolivia se implementó una agenda de trabajo moderna.
Su primer viaje oficial el exterior lo realizó a Países Bajos, Abr 91, un hito en la reactivación de las relaciones diplomáticas con Europa y su segundo viaje fue a la Argentina. También visitó EEUU, China y Nueva Zelanda
El presidente Frei (1994-2000) fue el presidente de los acuerdos comerciales, porque inició las negociaciones de los TLC con EEUU, México, Canadá y la UE. Chile optó por la estrategia del regionalismo abierto, de negociar con todos para liberalizar el comercio. Fue el único presidente que priorizó la diplomacia profesional, designando embajadores de carrera por escalafón.
Tuvo las mejores relaciones con el presidente Menen (visitó 5 veces Argentina) y su primer viaje oficial fue a Colombia. Sin embargo, algunos críticos señalan que Chile se alejó de Latinoamérica, en parte porque no ingresó al Mercosur.
En Indonesia concretó el ingreso de Chile a APEC, donde se reunió con Jiang Zemin. También realizó una visita de estado a EEUU y habló ante el Congreso pleno. Firmó el TLC con México. Chile fue invitado como el 4 Amigo en la I Cumbre de las Américas en Miami.
El presidente Lagos (2000-2006) colocó a Chile en una posición de liderazgo y fortaleció la estrategia multilateral, siendo elegido Chile al Consejo de Seguridad de la ONU. Firmó los acuerdos iniciados por Frei con EEUU y Canadá. Otros acuerdos siguieron con Corea del Sur, China, P4, Singapur, NZ, Brunei y, en general, se notó un fuerte impulso a las relaciones económicas internacionales.
La política exterior mostró un giro hacia Sudamérica, aunque centrado en un eje con Brasil (cercanía con FH Cardozo). En cambio, Lagos se llevó mal con Chaves y nunca viajó a Cuba. Otros hitos fueron la Misión de Chile en Haití y las elecciones del exministro José Miguel Insulza como secretario general de la OEA y de Juan Somavia como director general de la OIT.
La Cumbre de Líderes del APEC tuvo lugar en Chile, junto con la visita de George Bush al país, y destacaron el primer viaje oficial a China y las visitas a EEUU y Croacia.
La presidenta Michelle Bachelet (I) (2006-2010) destacó por el énfasis en las relaciones con la región y la apertura hacia la inmigración.
Su primer viaje oficial fue a la Argentina y a Uruguay. Con Carlos Kirchner entablo excelentes relaciones, que se vieron empañadas por el tema del precio del gas. Presidió la recién formada UNASUR, viajó a Cuba y mejoró las relaciones con Venezuela, pero también viajó a EEUU y se reunió con George Bush. Por su parte, Perú presentó una demanda ante la CIJ, alegando que no existía un tratado de delimitación marítima con Chile.
Hay que destacar en su período las grandes migraciones de haitianos y dominicanos al país y, en lo interno, la priorización de políticas de género.
El presidente Piñera (I) (2010-2014) imprimió un gran impulso al desarrollo y demostró una impresionante capacidad de gestión, que se vio reflejada en el terremoto y en el rescate de los mineros. Chile creció al 6% el mismo año del terremoto y el país se ubicó en los primeros lugares de Latinoamérica en la mayoría de los índices internacionales.
Ante la división que se vivía en la región, entre el ALBA y los países más alineados con EEUU, Piñera propició la creación de la Alianza del Pacifico, todo un modelo de regionalismo abierto.
Chile regresó al Consejo de Seguridad, se firmó el convenio Chile-Massachusets y se revivió el de Chile-California. Sus primeras visitas internacionales fueron a la Argentina, Brasil y EEUU. También viajó a China. Asimismo, Piñera presidió la recién creada CELAC, cuya cumbre se realizó en Santiago.
Bolivia presentó una demanda contra Chile ante la Corte Internacional de Justicia, señalando que Chile estaba obligado a negociar una salida soberana al mar para Bolivia.
El gobierno de Bachelet II (2014-2018) planteó un nuevo regreso a la región, reafirmó el tema de género en la diplomacia chilena y promovió los derechos de las mujeres y la diversidad sexual en los organismos internacionales. Firmó el acuerdo de Paris sobre Cambio Climático, reforzo el tema del medio ambiente, y promovió la agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Su primer viaje al exterior fue a Argentina durante el gobierno de Cristina Fernández.
La CIJ determinó que no existía un tratado formal de delimitación marítima con Perú más allá de las 80 millas. Propuso, en consecuencia, la equidistancia como delimitación. El fallo fue aceptado por las partes y ejecutado.
El gobierno de Piñera II (2018-2022) destacó por su compromiso con los gobiernos de derecha en la región, siendo muy crítico de Venezuela (dictadura) e implementando una política de asistencia a los migrantes regulares venezolanos.
Propició el retiro de Chile de la UNASUR (alta politización) y creo Prosur en su reemplazo. Chile, como miembro del Grupo de Lima, reconoció a Juan Guaidó como presidente de Venezuela (en el exilio).
Firmó el tratado de Escazú sobre migraciones (retiro) y celebró el fallo de la CIJ en contra de Bolivia (fallo 13 vs 2).
Cuando señalaba que Chile era un oasis de paz en la región, vino el estallido social en Chile. Al respecto, tuvo que posponer las dos grandes reuniones que habían sido fruto de su liderazgo internacional: La COP 25 y la cumbre del APEC. Por otra parte, la pandemia lo forzó a concentrarse en temas domésticos y Chile perdió gran parte de su iniciativa internacional.
El presidente Boric (2022-2026) se caracterizó por un acercamiento a los líderes ‘progresistas’ de la región. Definió su política exterior como feminista y turquesa, a la vez que refirmó el Acuerdo de Escazú, poniendo énfasis en los derechos ambientales
Cometió errores que demostraron su falta de experiencia y manejo. En el frente externo careció de tacto y prudencia, denotando sesgos personalistas e ideológicos. Apoyó a Ucrania ante la agresión rusa y al presidente derechista Noboa enfrentado al crimen organizado en Ecuador. Igualmente, rechazó al gobierno ilegítimo de Venezuela, pero al mismo tiempo mostró un marcado sentido antisemita afectando la cooperación en Defensa con Israel
Su primera visita internacional fue a la Argentina de Alberto Fernández, pero después de la elección de Milei prácticamente enfrió las relaciones con Argentina. En cambio, su viaje a la India fue tal vez lo mejor de su mandato.
Ante la guerra comercial de Trump, Boric se ha dado sus gustitos en algunas declaraciones. Participó en la Cumbre CELAC de China y se reunió con Xi. Lo mismo hizo con la Cumbre de los BRICS en Brasil y fue anfitrión en Santiago de la Cumbre ‘Democracia Siempre’ con unos pocos líderes progresistas (Lula, Orsi, Petro y Sánchez).
¿De la post guerra fría a un mundo globalizado y a la formación de un nuevo orden?
El actual orden mundial es fruto del desenlace de la Segunda Guerra Mundial, que instaló un sistema de comercio y financiero global, estableció los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y consolidó tanto la prevalencia del derecho internacional como valores universales. Dicho esquema dio lugar a un mundo bipolar (Este vs Oeste-URSS vs EE. UU.) durante cuatro décadas y media, el cual culminaría con la caída del muro de Berlín y la disolución de la URSS. El presidente HW Bush señaló desde Berlín (1991) que con ello se iniciaba un nuevo orden internacional.
El nuevo escenario (pax americana) reforzó la impronta de que el orden mundial debía basarse en democracia y libertad, siendo ese el discurso predominante de un Occidente liderado por los EE. UU.. Tal superpotencia representaba la mitad de la economía mundial y el dólar era la moneda de cambio. Hoy, ese poder unipolar se ha visto reemplazado por un esquema multipolar, con actores que promueven diferentes intereses y valores (democracias vs autocracias). Lo que se observa ahora es un mundo muy convulsionado por guerras y múltiples conflictos.
La crisis financiera de 2008 hizo creer a muchos que EEUU estaba en declive. Los primeros indicios de un cambio en el orden internacional comenzaron en Rusia, cuando Putin ordenó la invasión de la vecina Georgia. Más tarde, en 2012, éste consolidó su autoridad, aplastando toda oposición interna y dedicándose en el exterior a reconstruir “el mundo ruso”. Desde entonces, gobierna sin contrapesos. Sus opositores han desaparecido, asesinados o en la cárcel. Ese poder se sustenta, a su vez, en una política de expansión imperialista: Hoy Ucrania y mañana los países bálticos, Moldova, Rumania o Polonia.
Dos años después, en 2014 Xi Jinping llegó a la cima en China y comenzó a aplicar políticas muy asertivas, reforzando el capitalismo económico, pero también el autoritarismo y una política exterior mucho más agresiva. El robusto desarrollo de China le permitió cerrar la brecha económica (no la militar todavía) con Estados Unidos.
Y, en 2014, Narendra Modi, completó su largo ascenso político a la oficina del primer ministro de la India, estableciendo el nacionalismo hindú como la ideología dominante de su país.
Aparecen luego los BRICS, compuesto por las potencias emergentes de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, el cual se ve fortalecido ahora con la invitación a nuevos miembros y miembros asociados, entre ellos Bielorrusia, Bolivia, Cuba, Irán, dando lugar a un nuevo sur (el ‘Sur Global’) que desafía a Occidente.
Todos estos lideres, así como otros que han ganado el poder en Turquía, Hungría, Eslovaquia, Israel y otros en escala menos rupturista (los problemas se extienden a Georgia, Moldova, Rumania), son hombres fuertes que dan poca importancia a los sistemas basados en reglas, las alianzas o los foros multinacionales.
La arquitectura de seguridad de post guerra y, en particular la OTAN, están en crisis. Los conflictos armados han proliferado, con consecuencias devastadoras para las poblaciones civiles y la paralización de los mecanismos internacionales de solución de disputas. La alta representante de la UE para Asuntos Exteriores y vicepresidenta en la CE Kaja Kallas declaró que el orden internacional estaba sufriendo cambios de una magnitud no vista desde 1945. A su vez, el difunto Joseph Nye (creador del soft power) se refirió en su momento a “una nueva relación de poder en un mundo cada vez más caótico”.
Pero el momento más significativo de este cambio ocurrió a partir de 2025 con la asunción del presidente Donald Trump en EEUU. Washington ha dejado en claro que no defendería los valores tradicionales que EE. UU. impulsaba, sino atenerse simplemente a relaciones de poder. Trump impulsó, con más voluntarismo que estrategia, acciones destinadas a mejorar la posición estratégica de Washington en el mundo. Y, de paso, acabar con el gran déficit público de los EE. UU., el enorme déficit comercial, combatir la inmigración irregular y el crimen organizado.
Pero, la extravagancia del transaccional Trump lo llevó a considerar a Canadá, Groenlandia y Panamá (canal) como territorios estratégicos para EEUU y se propuso poner fin a las dos guerras que más gastos y esfuerzos le significan a Washington: Ucrania y el Medio Oriente. Al mismo tiempo, inició una verdadera guerra comercial a través de las llamadas tarifas recíprocas. China, México y Canadá, sus tres principales socios comerciales, fueron los objetivos más afectados, sin perjuicio de que al resto del mundo le aplicó una tarifa plana de 10% o más según fuera el criterio aplicado. En el caso de Brasil, un criterio totalmente político e impugnable.
Todo ello, ha remecido a los mercados mundiales. El cambio en el rol de EEUU en el orden mundial supone el fin de siete décadas de un sistema basado en la globalización y con Washington como eje del comercio, referente de políticas económicas, garante de seguridad y fiscal ante la corrupción y el mal gobierno.
Los resultados de política transaccional de Trump han sido inmediatos:
– Panamá firmó un acuerdo que permite a las FFAA de EEUU intervenir en el Canal;
– Zelensky firmó un acuerdo sobre minerales estratégicos con los EEUU;
– China ha iniciado conversaciones comerciales con Washington;
– La UE decidió firmar un acuerdo comercial con EEUU y llevar el gasto en defensa al 5% del PIB
– Varios países han firmado acuerdos comerciales aceptando las nuevas tarifas;
– Arabia Saudita asume la carga de revivir los acuerdos de Abraham contra un futuro liderazgo en el Medio Oriente
– Israel sigue siendo un aliado privilegiado de EEUU, pero con contrapesos;
– EEUU bombardea Irán sin mayores consecuencias;
– Tailandia y Camboya han iniciado negociaciones de paz;
– Rusia y Ucrania todavía no acuerdan un cese del fuego ni se preparan para negociar, pero Trump se apresta aparentemente a apoyar a Ucrania y presionar a Putin.
Al cumplir los 100 días de gobierno, Trump ha batido varios récords, en general negativos. Ha desafiado a la justicia y a todas las instituciones, incluyendo a la poderosa e independiente Reserva Federal, amenazando con echar a su presidente. Su desdén por el cumplimiento de las normas también queda de manifiesto con su interés en ir a la reelección. La enmienda 22 de la Constitución de EEUU dice expresamente que “nadie podrá ser elegido presidente más de dos veces y nadie que haya ocupado el cargo de presidente por más de dos años… podrá ser elegido presidente más de una vez”. También ha producido a nivel internacional tal rechazo que dos elecciones que la derecha tenía ganadas produjeron un resultado adverso: con los liberales en Canadá y con los laboristas en Australia.
En definitiva, un nuevo orden internacional que amenaza con reemplazar al mundo globalizado fue impulsado desde el ascenso de Trump. El próximo enfrentamiento que lo caracterizará será, ya no Este-Oeste y ni siquiera Norte Sur, sino entre autocracias y democracias, manteniendo cierta analogía con el mundo bipolar, en el sentido que las autocracias son en general las antiguas potencias del este, y que se ha formado un “nuevo sur global” que es asimilable al antiguo sur. Pero, lo significativo será que este escenario será totalmente líquido y cambiante, que los países podrán estar en uno u otro lado dependiendo de sus situaciones internas y de sus intereses globales. El propio EEUU que antes lideraba el mundo libre, aparece gobernado por una persona que amenaza a la democracia y la libertad de comercio.
En resumen, Chile deberá extremar sus capacidades de adaptación a este nuevo escenario, teniendo siempre presente la necesidad de mantener los principios y su política de estado. La diplomacia profesional, la búsqueda de alianzas con países afines y la unidad nacional serán más importantes que nunca. Deberemos tener sumo cuidado de no dejarnos llevar por gustos ideológicos o por grupos, como los BRICS, que pueden parecer muy atractivos pero que a la larga pueden ser perjudiciales a nuestros intereses.